Si alguien alguna vez me preguntara como defino mi vida le diría que es fantástica y milagrosa... es fantástico que tantas cosas malas me pasen a mi y es un milagro que siga vivo y que no hayan peor cosas que me sucedan.... uy.... mejor toco madera.

Me aburre no tener nada bueno que contar y da coraje pensar que mi vida es una patética cadena de malos acontecimientos. Necesito un Shamán Inca o un brujo Maya o un Sacerdote tibetano urgente.... No me ha partido un rayo en dos porque estoy dentro de mi casa, pero hasta miedo me da salir ahora. Todos siempre decimos que es un milagro estar vivo y yo croe que en mi caso es verdad... con mi suerte fácilmente una grúa me pudo haber aplastado. Ok... ok... ok...ya me quejé. Y es más que obvio que estoy frustrado... cansado... enojado... algo deprimido (lo cual también es un milagro porque debería estar deprimido entero) pero digamos que no quiero hacer un post negativo hoy. Quiero hacer un post sincero y sacarme las cosas que tengo dentro. Ya casi no tengo fé.

Para hacerles un resumen no negativo del día de hoy. Llegué a la oficina para encontrar a mi jefe y al supervisor de la multinacional reunidos. Pensé y no entrar y salir corriendo. Pero bueno... eso hubiera sido un lío peor así que a lo hecho pecho y entré. La típica pregunta de siempre y es claro que solo una mano mágica los detiene de despedirme. Cómo si a estas alturas yo deseara eso. Ok, sí deseo seguir trabajando pero no de una forma en la cual siento que me están haciendo un favor... y a la larga siento que me ven como un inútil. Llame a un cliente con quien estaba negociando a ver si cerrabamos contrato hoy.. y me dijo que hablemos en Enero. Mi jefe me dijo que llame a empresas de seguridad que a él le acaba de salir un negocio de 15 contratos. ¿¡¡¡QUINCE!!!? ¿Y a mi no me sale ninguno?. Debo tener la maldición de Tutankamon encima o no sé qué. Claro eso en caso de que sea verdad que él solo llamó y le dijeron: "venga que queremos comprarle 15 contratos". Llamé... y no pude hablar con nadie.... casi nadie trabajó hoy. Estaban en fiesta Navideña. Bueno... en fin... tuve un lío para imprimir unas cartas y propuestas ya que la única compu que hay en el trabajo estaba ocupada porque están capacitando a un chico nuevo. Fui a un cyber café y le pedi a mi hermana que me imprima las hojas, ella lo hizo pero salió a comer y se olvidó de dejarmelas para que las pueda retirar.... el asunto es que perdi como 2 o 3 horas en eso. Y cuando llegué a la maternidad ya no había nadie trabajando. Fui a dejar una propuesta donde un cliente, luego al hospital de la policía a dejar otra propuesta y luego a un destacamento de la policía para sacar una cita. Si algún día caigo preso por algo al menos ya seremos amigos todos.

Casi no almorcé hoy, estaba cansado. Y todo estaba normal hasta que al regresar a casa tipo 6pm estaba dormido en el bus (un milagro que no me hayan asaltado)... luego me desperté y sentí un dolor en la garganta al tragar saliba.... y un comienzo de dolor al cuerpo.... y frío. Uh oh... fiebre. Vine a casa, bajé mi correo... respondí a los comentarios del post anterior y me comencé a sentir muy cansado... con mucho sueño. Me bajé un libro genial del internet... con mi situación actual no tengo oportunidad de comprar libros así que prefiero bajar e-books. Libros en archivos de word o acrobat reader. Bajé uno que me encanta porque definitivamente sentía que necesito algo que es el tema central de ese libro... la esperanza.

Al saber que me acabo de enfermar la verdad es no fue un golpe muy fuerte... en realidad es chistoso porque no sé por qué me estoy enfermando... no he hecho nada para que me diera gripe ni inflamación a las amígdalas. Pero bueno la verdad es que anímicamente me siento desecho. Ya más no se puede soportar.... problemas en el trabajo, problemas en la vida personal, discusiones de familia, problemas para subsistir, deudas, y más encima enfermo. Ah y viene Navidad y no le voy a poder dar regalo a nadie, creo que me quedan como 9 usd en el bolsillo. Ya pues si es una prueba de resistencia se te está pasando la mano Señor. Leí unas cosas del libro que bajé... es un libro que hace tiempo le compré a mi mamá... en los tiempos en que mi fé era fuerte y talvez la de ella tambaleaba un poco... y es un libro que siempre me hace llorar... y bueno, yo tengo muchos motivos para llorar en mi vida, así que hoy lloré un poquito... no mucho, ya saben que los machos no lloran... pamplinas. En realidad no lloré más porque no quería desmoronarme antes de Navidad. Estaba muy cansado así dejé la compu prendida y me recosté en la cama. Y sin saber cuando me dormí. Lo siguiente que recuerdo son intervalos de tiempo en las 6 horas que he dormido en los cuales me despertaba tiritando... con la fiebre muy elevada... y dando vueltas en mi cama.... solo en mi casa y con dolor a la garganta. Que triste que es a veces estar solo. Me reía un poco pensando que parecía pollo asado sintiendo que alrededor mío un gran calor y yo dándome vueltas por todos lados.... tiritando. Es la 1am. No sé como me desperté... pero la fiebre bajó un poco. Gracias a Dios... ya era hora que hicieras algo a favor mío. Me levanté... y puse a hervir agua, fui al baño y me he puesto un pantalon largo y un abrigo largo... aún tengo frio. Y hambre. Dormi tanto que a esta hora no hay donde ir a comer. Casi no almorcé y ahora no he cenado y en mi casa no hay nada que comer. Recuerden que durante el día no hay luz, lo cual indica no hay refrigeradora y como tampoco hay plata no hay comida guardada. Vaya comienzo de Navidad.

En realidad pensaba que el hambre es tolerable pero si me disculpan saldré a aplanar calles por aquí cerca y a ver si encuentro algo de comer, no me las aguanto más. Ya vuelvo.

01:48AM. Ya volví. Bueno no encontré comida pero al menos una botella de coca cola y un paquete de galletas de chocolate me ayudaron un poco. La coca cola me despertó. Y el chocolate es un buen aliciente en contra de la tristeza y depresión. Afuer hay luna llena, ¡qué espectacular ¿no?!. Me encanta la luna llena. Siempre me he preguntado si cuando ves luna llena en Ecuador se ve igual en todo el resto del mundo. Yo solía decirle a una novia mía que vivía en New York muchos años atrás cuando había luna llena que los dos “were living under the same full moon”. Ah sí... aquellos tiempos... siempre me he caracterizado por ser patético y medio embobado cuando se refiere al amor. Pero el amor no tiene importancia para mi esta noche.

Mientras caminaba... me moría de frio... pero ahora ya no tengo tanto así que cambié el abrigo por una camiseta normal. A mi paso saludé a todo el mundo.. bueno dos personas que siguen despiertas por mi barrio. El ladrón que asalta a los no precavidos y el señor que siempre viene a drogarse y a fumar marihuana en el parque al pie de mi casa. Mmmm América Latina es muy pintoresca ¿verdad?. No me hicieron nada. Creo que hasta somos medio panas (amigos, o patas como dirían en Perú). Uno de ellos me dijo: "Buenas noches campeón". ¡Ja! Campeón... ¿yo campeón?. Mejor no digo nada... eso dió paso a algunos pensamientos que han venido rondando mi mente en esta semana.... sobre mi actual falta de fé y sobre las razones por las cuales antes creía y ahora ya no. Me estaba quejando cuando sentí que algo me haló la basta del pantalón deportivo.... un ratón pensé. Y lo que nadie sabe es que muchos hombres somos miedosos a los ratones... así que me puse a saltar frenético moviendo el pie para votar al ratón y no grité de milagro. Todo esto en media calle... Para luego darme cuenta que el peso en la basta de mi pantalón era mi celular. Mi bolsillo tiene hueco y el celular se resbaló hasta mi pie. Bueno, el pantalón no es lo único que tiene hueco en mi vida. Pero esa fue pasada fue buena... me comencé a reír. Creo que el Señor a veces es medio gracioso y rayado. Aunque a veces no.

Bueno en fin, una de las preguntas que me he hecho esta semana es... "¿por qué creo?“. Ahora que las cosas han comenzado a desmoronarse y que la exposición prolongada a la presión hace mella (o meya o meia... o como quiera que se escriba) en mi. Hace unos días me pregunté eso y la única respuesta que encontré era... ”creo porque sí". ¿Porque sí qué? - Me pregunté. Y la única respuesta que encontré fue "porque sí sí". Y con lo racional que soy supe que esa respuesta no era suficiente. Una de las peores cosas que le pueden pasar a los cristianos (los que creen en Jesús sin importar la religión que sigan) es tener una fé ciega... sin bases, sin razones reales que sustenten nuestra fé. Hace muchos años yo creía porque había visto cambios en mi vida... cosas buenas... creía porque había un sol alrededor mío y todo tenía un color diferente. Mi vida había cambiado para mejor y una paz inmensa llenaba mi corazón. Eso fue mucho antes del Hiv y de todo el holocausto casi atómico que ha sucedido en mi vida en los últimos años y en especial en este. Y hoy por hoy... casi igual como al principio de esta odisea cuando dije que mi fé tambaleaba... la verdad es que casi no tengo fé hoy. Ya no hay casi nada que pueda salir bien. Me late el cerebro en este momento... y me siento tan cansado. Entonces comprendi que en esta guerra..... o lucha en la vida por salir adelante.... y seguir vivo... estoy herido. Llamen al 911... ya no puedo avanzar más. No encuentro razones para creer más.

Dije que este no iba a ser un post depresivo pero parece que no he sido totalmente fiel a eso, aunque creanme que me estoy esforzando porque si dijera todo como me siento...uuuuu... habría una serie de suicidios en masa en todo el mundo jejejeje. Nah... la verdad es que muchas veces hoy mientras caminaba pensé en lo bueno que sería pegarme un tiro. Pensé: "si tan solo tuviera una pistola...o si me pudiera poner en una pista de tiro al blanco... ¿cuánto puede doler? casi nada". A veces pensamientos así calman la ansiedad aunque jugar con ellos es como jugar con fuego.

Decidí que necesito ausentarme del campo de batalla por eso esperaba con ansias que viniera este fin de semana. Necesito algo de tiempo para curar mis heridas. Y pensar en como rehacer mi vida... que es un desastre en este momento. Y justo viene Navidad. Y la verdad no tengo respuestas de porque creo....o si es que aún creo (lo cual es peor)... bueno si creo algo pero en realidad mi fé está casi por desaparecer. Y comprendo ahora porque hay tanta gente atea viviendo con Hiv... y en los foros, donde siempre casi me linchan cuando tiene algo que ver con Dios o peor con la iglesia Católica, bueno... con la iglesia católica los comprendo... ha hecho muchos males y aún no acaba de expiar sus culpas. Y ahora también comprendo un poco porque poca gente que vive con Hiv cree en Dios. A veces las cosas se desmoronan demasiado rápido y todo va para peor.

Pero ya que estamos en Navidad y que todos la celebran... sean ateos o no (ya que a nadie le gusta quedarse sin regalos como mínimo). Decidí que hasta el 24 de Diciembre voy a hacer mi mini novena de 3 días (o sea.. mejor 3 días que ninguno). Y mini novena va a ser un viaje para mi y talvez para algunos de uds. a travez de un libro que habla sobre la vidad.... la esperanza y a veces la razón por la que estamos aquí. Este libro hace muuuuchos años fue de mucha ayuda para mi y para mi mamá. Y bueno ahora que por fin lo he bajado del internet. Decidí compartir con uds. algunos de los primeros capítulos. Talvez... de algo nos sirva. Y talvez le vuelva a dar sentido a la navidad.

CUANDO DIOS SUSURRA TU NOMBRE por MAX LUCADO

No sé mucho de Max Lucado, de hecho solo he leído un libro (este) de él en toda mi vida, pero este simple libro es suficiente como para que pueda recomendarlo. Como decía el comentario del libro por parte de otro autor... Max Lucado es capaz de usar las palabras pequeñas para ayudarnos a traer hacia nosotros LA GRAN PALABRA DEL SEÑOR. Max Lucado es un pastor protestante americano, pero me gustaría que vieramos el libro sin pensar o depender de una religión sino en el contexto que nos interesa... en el de nuestra propia vida. Creo que muchas veces Max Lucado nos ayuda a comprender que lo que nos sucede y lo que dice en la Biblia es real. Voy a poner 3 artículos de él. Uno por cada día hasta el 24 y ese será mi regalo de Navidad para mi mismo y para todos uds. Hoy, la introducción del libro y el primer capítulo.




Introducción

Las ovejas escuchan su voz. Llama a sus ovejas por nombre y las conduce afuera.
Juan 10.3 , NVI


CUANDO VEO un rebaño de ovejas veo exactamente eso: un rebaño. Un montón de lana. Una manada de pezuñas. No veo una oveja. Veo ovejas. Todas iguales. Ninguna diferente. Eso es lo que veo.

Pero no así el pastor. Para él cada oveja es diferente. Cada cara es especial. Cada cara tiene una historia. Y cada oveja tiene un nombre. La de los ojos tristes, esa es Droopy. Y aquel que tiene una oreja parada y la otra caída, lo llamo Oscar. Y ese pequeño que tiene la mancha negra en la pata, es huérfano y no tiene hermanos. Lo llamo José.

El pastor conoce a sus ovejas. Las llama por sus nombres.

Cuando vemos una multitud, vemos exactamente eso: una multitud. Llenando un estadio o inundando un centro de compras. Cuando vemos una multitud, vemos gente, no personas, sino gente. Una manada de humanos. Un rebaño de rostros. Eso es lo que vemos.

Pero no así el Pastor. Para Él cada rostro es diferente. Cada cara es una historia. Cada rostro es un niño. Cada niño tiene un nombre. La de los ojos tristes, esa es Sally. Aquel viejito que tiene una ceja levantada y la otra baja, su nombre es Harry. ¿Y ese joven que cojea? Es huérfano y no tiene hermanos. Lo llamo Joey.

El Pastor conoce a sus ovejas. Conoce a cada una por su nombre. El Pastor te conoce. Conoce tu nombre. Y nunca lo olvidará. En las palmas de las manos te tengo esculpida ( Isaías 49.16 ).

Pensamiento sorprendente, ¿no te parece? Tu nombre en la mano de Dios. Tu nombre en los labios de Dios. Tal vez hayas visto tu nombre en algunos sitios especiales. En un premio o un diploma o sobre una puerta de madera de nogal. O quizás hayas escuchado tu nombre de boca de algunas personas importantes: un entrenador, una celebridad, un maestro. Pero pensar que tu nombre está en la mano de Dios y en los labios de Dios... vaya, ¿será eso posible?

O posiblemente nunca has visto que sea honrado tu nombre. Y no puedes recordar si alguna vez escuchaste que lo mencionaran con gentileza. Si ese es el caso, es posible que te resulte aún más difícil creer que Dios conoce tu nombre.
Pero sí lo conoce. Escrito en su mano. Expresado por su boca. Susurrado por sus labios. Tu nombre. Y no sólo el nombre que ahora tienes, sino el nombre que Él te tiene reservado. Un nuevo nombre que te dará... pero aguarda, me estoy adelantando. Te contaré acerca del nuevo nombre en el último capítulo. Esta sólo es la introducción.

De modo que... ¿puedo presentarte este libro? Es un libro de esperanza. Un libro cuyo único objetivo es el de dar ánimo. Durante este último año he cosechado ideas de diversos campos. Y aunque sus tamaños y sabores son variados, su propósito es singular: brindarte a ti, el lector, una palabra de esperanza. Me pareció que podía hacerte falta.

Has estado en mi mente al escribir. A menudo he pensado en ti. Sinceramente lo he hecho. A través de los años he llegado a conocer a muchos bastante bien. He leído tus cartas, te he dado un apretón de manos y he observado tus ojos. Creo que te conozco.

Estás ocupado. El tiempo pasa antes que finalicen tus tareas. Y si tienes la oportunidad de leer, es sin duda muy escasa.
Estás ansiosos. Las malas noticias se propagan más rápido que las buenas. Los problemas son más numerosos que las soluciones. Y estás preocupado. ¿Qué futuro tienen tus hijos aquí en esta tierra? ¿Qué futuro tienes tú?

Eres cauteloso. Ya no confías con tanta facilidad como antes.
Los políticos mintieron. El sistema falló. El ministro transó. Su cónyuge fue infiel. No es fácil confiar. No es que no quieras hacerlo. Simplemente se trata de que quieres ser cuidadoso.

Hay una cosa más. Has cometido algunos errores. Conocí a alguien en una librería de Michigan. Un hombre de negocios, rara vez salías de tu oficina y menos para conocer a un autor. Pero en esa ocasión lo hiciste. Te lamentabas por las muchas horas de trabajo y las pocas horas que pasabas en casa y deseabas hablar.

Y la madre sola en Chicago. Un niño te halaba, el otro lloraba, pero haciendo malabarismo con ambos, presentaste tu argumento. «Cometí errores», explicaste, «pero verdaderamente deseo hacer un nuevo intento».

Y esa noche en Fresno. El músico cantó, yo hablé y viniste. Casi no lo hiciste. Casi te quedas en casa. Ese día encontraste la nota de tu esposa. Ella te iba a dejar. Pero igual viniste. Esperabas que tuviese algo para el dolor. Esperabas que tuviese una respuesta. ¿Dónde está Dios en un momento como este?

Y así al escribir, pensé en ti. En todos como tú. No eres malicioso. No eres malvado. No eres de corazón duro, (a veces de cabeza dura, pero no de corazón duro). Realmente deseas hacer lo correcto. Pero a veces la vida da un vuelco para peor. Muchas veces nos hace falta un recordatorio.

No un sermón.
Un recordatorio.
Un recordatorio de que Dios conoce tu nombre.

Para este libro se presentaron muchos capítulos a la audición, pero no todos se seleccionaron. Después de todo, no servía cualquier capítulo. Se requería brevedad, pues estás ocupado. Se necesitaba esperanza, pues estás ansioso. Se exigía lealtad a las Escrituras, pues eres cauteloso. Intenté brindarte un repertorio de capítulos que reciten bien las letras de la gracia y canten bien la melodía de gozo. Pues tú eres el huésped del Maestro y Él prepara un concierto que nunca olvidarás. Cuando Dios susurra tu nombre por Max Lucado




LA VOZ PROVENIENTE DEL BALDE DE LIMPIAR

EL PASILLO está en silencio excepto por las ruedas del balde y los pies que va arrastrando el viejo. Ambos suenan cansados.

Ambos conocen estos pisos. ¿Cuántas noches los ha limpiado Hank? Siempre cuidando de limpiar los rincones. Siempre cuidadoso de colocar su letrero amarillo de advertencia debido a los pisos mojados. Siempre se ríe al hacerlo. «Cuidado todos», se ríe para adentro, sabiendo que no hay nadie cerca.

No a las tres de la mañana.

La salud de Hank ya no es la de antes. La gota siempre lo mantiene despierto. La artritis lo hace renguear. Sus gafas son tan gruesas que sus globos oculares aparentan ser el doble de su tamaño real. Sus hombros están caídos. Pero realiza su trabajo. Empapa el piso con agua jabonosa. Friega las marcas de los tacones que han dejado los abogados de paso firme. Acabará su tarea una hora antes de la hora de irse. Siempre finaliza temprano. Ha sido así durante veinte años.

Cuando acabe guardará su balde y se sentará afuera de la oficina del socio de mayor antigüedad y esperará. Nunca se va temprano. Podría hacerlo. Nadie lo sabría. Pero no lo hace.
Una vez quebrantó las reglas. Nunca más.

A veces, si la puerta está abierta, entra a la oficina. No por mucho tiempo. Sólo para mirar. La oficina es más grande que su apartamento. Recorre con su dedo el escritorio. Acaricia el sofá de suave cuero. Se queda de pie ante la ventana y observa mientras el cielo gris se torna dorado. Y recuerda.

Una vez tuvo una oficina como esta.

Por allá cuando Hank era Henry. En aquel entonces el encargado de limpieza era un ejecutivo. Hace mucho tiempo. Antes del turno noche. Antes del balde de limpiar. Antes del uniforme de mantenimiento. Antes del escándalo.

Hank ya no piensa mucho en el asunto. No hay razón para hacerlo. Se metió en dificultades, lo despidieron y se fue de allí. Eso es todo. No hay muchos que sepan del asunto. Mejor así. No hay necesidad de decirles nada al respecto.

Es su secreto.

La historia de Hank, dicho sea de paso, es real. Cambié el nombre y un detalle o dos. Le asigné un trabajo diferente y lo ubiqué en un siglo diferente. Pero la historia es verídica. La has escuchado. La conoces. Cuando te dé su verdadero nombre, te acordarás.

Pero más que una historia verdadera, es una historia común. Es una historia sobre un sueño descarrilado. Es una historia de una colisión entre esperanzas elevadas y duras realidades.
Les sucede a todos los soñadores. Y como todos hemos soñado, nos sucede a todos.

En el caso de Hank, se trataba de un error que nunca podría olvidar. Un grave error. Hank mató a alguien. Se encontró con un matón que golpeaba a un hombre inocente y Hank perdió el control. Asesinó al asaltante. Cuando se corrió la voz, Hank se fue.

Hank prefiere esconderse antes que ir a la cárcel. De modo que corrió. El ejecutivo se convirtió en un fugitivo.

Historia verídica. Historia común. La mayoría de las historias no llega al extremo de la de Hank. Pocos pasan sus vidas huyendo de la ley. Muchos, sin embargo, viven con remordimientos.

«Podría haber tenido una beca en golf en la universidad», me dijo un hombre la semana pasada estando en la cuarta área de salida. «Tuve una oferta apenas salí de la secundaria. Pero me uní a una banda de rock-and-roll. Al final nunca fui. Ahora estoy atrapado reparando puertas de garaje».

«Ahora estoy atrapado». Epitafio de un sueño descarrilado.

Toma un anuario de la escuela secundaria y lee la frase de «Lo que quiero hacer» debajo de cada retrato. Te marearás al respirar el aire enrarecido de visiones de cumbres de montañas:
«Estudiar en universidad de renombre».
«Escribir libros y vivir en Suiza».
«Ser médico en país del Tercer Mundo».
«Enseñar a niños en barrios pobres».

Sin embargo, lleva el anuario a una reunión de ex compañeros a los veinte años de graduados y lee el siguiente capítulo. Algunos sueños se han convertido en realidad, pero muchos no. Entiende que no es que todos deban concretarse. Espero que ese pequeñito que soñaba con ser un luchador de sumo haya recuperado su sentido común. Y espero que no haya perdido su pasión durante el proceso. Cambiar de dirección en la vida no es trágico. Perder la pasión sí lo es.

Algo nos sucede en el trayecto. Las convicciones de cambiar el mundo se van degradando hasta convertirse en compromisos de pagar las cuentas. En lugar de lograr un cambio, logramos un salario. En lugar de mirar hacia adelante, miramos hacia atrás. En lugar de mirar hacia afuera, miramos hacia adentro.

Y no nos agrada lo que vemos.

A Hank no le gustaba. Hank veía a un hombre que se había conformado con la mediocridad. Habiendo sido educado en las instituciones de mayor excelencia del mundo, trabajaba sin embargo en el turno nocturno de un trabajo de salario mínimo para no ser visto de día.
Pero todo eso cambió cuando escuchó la voz que provenía del balde. (¿Mencioné que esta historia es verídica?)

Al principio pensó que la voz era una broma. Algunos de los hombres del tercer piso hacen trucos de este tipo.

-Henry, Henry -llamaba la voz.
Hank giró. Ya nadie le decía Henry.
-Henry, Henry.

Giró hacia el balde. Resplandecía. Rojo brillante. Rojo ardiente. Podía percibir el calor a dos metros de distancia. Se acercó y miró hacia adentro. El agua no hervía.

-Esto es extraño -murmuró Hank al acercarse un paso más para poder ver con mayor claridad. Pero la voz lo detuvo.
-No te acerques más. Quítate el calzado. Estás parado sobre baldosa santa.
De repente Hank supo quién hablaba.
-¿Dios?
No estoy inventando esto. Sé que piensas que sí lo hago. Suena alocado. Casi irreverente. ¿Dios hablando desde un balde caliente a un conserje de nombre Hank? ¿Sería creíble si dijese que Dios le hablaba desde una zarza ardiente a un pastor llamado Moisés?

Tal vez esa versión sea más fácil de analizar? porque la has escuchado antes. Pero el simple hecho de que sea Moisés y una zarza en lugar de Hank y un balde no hace que sea menos espectacular.

Con seguridad a Moisés se le cayeron las sandalias por causa de la emoción. Nos preguntamos qué sorprendió más al anciano: que Dios le hablase desde una zarza o el simple hecho de que Dios le hablase.

Moisés, al igual que Hank, había cometido un error.

Recuerdas su historia. De la nobleza por adopción. Un israelita criado en un palacio egipcio. Sus compatriotas eran esclavos, pero Moisés era privilegiado. Comía a la mesa real. Fue educado en las escuelas más refinadas.

Pero la maestra que más influyó no tenía título alguno. Era su madre. Una judía que contrataron para ser su nodriza. «Moisés», casi puedes escuchar cómo le susurra a su joven hijo, «Dios te ha colocado aquí a propósito. Algún día librarás a tu pueblo. Nunca olvides, Moisés. Nunca olvides».

Moisés no lo hizo. La llama de la justicia se hizo más caliente hasta arder. Moisés vio a un egipcio que golpeaba a un esclavo hebreo. Del mismo modo que Hank mató al asaltante, Moisés asesinó al egipcio.

Al día siguiente Moisés vio al hebreo. Pensarías que el esclavo le daría las gracias. No lo hizo. En lugar de mostrar gratitud, expresó enojo. «¿Piensas matarme como mataste al egipcio?», le preguntó (véase Éxodo 2.14 ).

Moisés supo que estaba en dificultades. Huyó de Egipto y se ocultó en el desierto. Llámalo un cambio de carrera. Pasó de cenar con los dirigentes de estado a contar cabezas de ovejas.
No puede decirse que haya escalado una posición.

Y así fue que un hebreo brillante y prometedor comenzó a cuidar ovejas en las colinas. Del círculo más refinado al cultivo de algodón. De la oficina oval al taxi. De mecer el palo de golf a cavar una zanja.

Moisés pensó que el cambio era permanente. No existe evidencia de que haya albergado jamás la intención de regresar a Egipto. Es más, todo parece indicar que deseaba permanecer con sus ovejas. De pie descalzo ante la zarza, confesó: «¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?» ( Éxodo 3.11 ).

Me alegra que Moisés haya hecho esa pregunta. Es una buena pregunta. ¿Por qué Moisés? O, más específicamente, ¿por qué el Moisés de ochenta años?

La versión de cuarenta años era más atractiva. El Moisés que vimos en Egipto era más temerario y seguro. Pero el que encontramos cuatro décadas más tarde era reacio y curtido.
Si tú o yo hubiésemos visto a Moisés allá en Egipto, habríamos dicho: «Este hombre está listo para la batalla». Fue educado en el sistema más refinado del mundo. Entrenado por los soldados más hábiles. Contaba con acceso instantáneo al círculo íntimo del Faraón. Moisés hablaba su idioma y conocía sus costumbres. Era el hombre perfecto para la tarea.
Moisés a los cuarenta años nos gusta. ¿Pero Moisés a los ochenta? De ninguna manera. Demasiado viejo. Demasiado cansado. Huele a pastor. Habla como extranjero. ¿Qué impacto causaría al Faraón? No es el hombre indicado para la tarea.

Y Moisés habría estado de acuerdo. «Ya lo intenté antes», diría él. «Ese pueblo no quiere ayuda. Sólo déjame aquí para cuidar de mis ovejas. Son más fáciles de guiar».
Moisés no habría ido. Tú no lo habrías enviado. Yo no lo habría enviado.
Pero Dios sí lo hizo. ¿Cómo se entiende esto? En el banco de suplentes a los cuarenta y titular a los ochenta. ¿Por qué? ¿Qué sabe ahora que en aquel entonces desconocía? ¿Qué aprendió en el desierto que en Egipto no aprendió?

Para empezar, la vida en el desierto. El Moisés de cuarenta años era uno de la ciudad. El octogenario conoce el nombre de cada serpiente y la ubicación de cada pozo de agua. Si debe conducir a miles de hebreos en el desierto, será mejor que conozca lo básico de la vida en el desierto.

Otro asunto es la dinámica de la familia. Si debe viajar con familias durante cuarenta años, es posible que le sea de ayuda comprender cómo actúan. Contrae matrimonio con una mujer de fe, la hija de un sacerdote madianita, y establece su familia.

Pero aún más importante que la vida en el desierto y la gente, Moisés necesita aprender algo acerca de sí mismo.

Al parecer lo ha aprendido. Dios dice que Moisés está listo.

Y para convencerlo, le habla a través de un arbusto. (Era necesario que hiciese algo dramático para captar la atención de Moisés.)

«Se acabaron las clases», le dice Dios. «Ha llegado el momento de ponerse a trabajar». Pobre Moisés. Ni siquiera sabía que estaba inscrito.

Pero sí lo estaba. Y, adivina qué. También lo estás tú. La voz de la zarza es la voz que te susurra. Te recuerda que Dios aún no ha acabado contigo. Claro que es posible que pienses que sí ha acabado. Tal vez pienses que ya estás en descenso. Quizás pienses que tiene otro que puede realizar la tarea.

Si eso es lo que piensas, reconsidera.

«El que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo» (Filipenses 1:6).
¿Viste lo que hace Dios? Una buena obra en ti .
¿Viste cuando la acabará? Cuando regrese Jesús .
¿Me permites deletrear el mensaje? Dios aún no ha terminado su obra en ti .

Tu Padre quiere que sepas eso. Y para convencerte, es posible que te sorprenda. Quizás te hable a través de un balde, o más extraño aun, tal vez te hable por medio de este libro.
Cuando Dios susurra tu nombre por Max Lucado